La vida debe ser un constante aprender. Sólo el aprendizaje nos garantiza crecimiento permanente, esto debe ser una tarea de cualquier ser humano promedio, crecer, para que con nuestras propias conclusiones y experiencias afrontar el camino que las decisiones que tomamos nos marca. Esa es la vida, un camino que se construye y recorre a partir de las múltiples decisiones que a diario tomamos.
Así que, al decidir ser político, se emprende un camino angosto, lleno de espinas y quebradizos, pero con muchas satisfacciones, siempre que seamos políticos para aportar al bien común. De ahí que, las tareas iniciales de un buen político son: formación y formulación; hay que formarse para comprender la realidad, para entender cómo actúan las masas y porqué actúan de tal o cual manera en determinadas ocasiones, hacer esfuerzos en interpretar los fenómenos sociales que configuran la dialéctica histórica del momento; luego hay que formular ideas de cómo afrontar las problemáticas que perturban a la masa, para ayudarlas a salir de su enredadera.Las masas por sí solas no van a ninguna parte, hay que mostrarle el camino, hay que enseñarlas a caminar y luego dejarlas andar. Esta tarea, si bien es responsabilidad de toda la sociedad organizada, la mayor responsabilidad recae sobre los políticos. Estamos llamados a plantear el rumbo mediante la formulación de propuestas responsables.
Por eso hay que desconfiar del político que nunca plantea una idea sobre la solución de un problema equis. El político que no es capaz de esbozar un planteamiento, no es capaz de conceptualizar, si no conceptualiza no entiende su sociedad, por tanto no hará nada por ella. Para una muestra analicemos las figuras grandes, pequeñas, medianas e insignificantes de la política dominicana y verán si tengo razón